HACIENDA SANLAHTAH
Datos históricos y culturales
By José Iván Borges Castillo
HISTORIADOR
UBICACIÓN Y DATOS GENERALES
LOCALIZACIÓN
La antigua hacienda henequenera de Sanlahtah es ubica en la comprensión municipal de Tekantó, que es uno de los 106 municipios que constituyen el estado mexicano de Yucatán.
Se localiza en la región centro-norte. Queda comprendido entre los meridianos 89° 04′ y 89° 09′ de longitud oeste y los paralelos 20° 58′ y 21° 03′ de latitud norte; posee una altura de 10 metros sobre el nivel del mar.
Tras los cambios políticos más importantes que tuvieron lugar el 25 de octubre de 1988, la antigua hacienda de Sanlahtah quedo establecida como máximo gobierno local la comisaria municipal, dependiente del municipio de Tekantó. Su población según el último censo realizado en 2020 corresponde a 46 habitantes. Con un promedio de 40 % son maya hablantes.
Sanlahtah se localiza al oeste de la cabecera municipal de Tekantó, y dicho municipio se localiza en la región llamada la costa.
Se encuentra el municipio dentro de la demarcación de la zona henequenera de Yucatán. La hacienda sirve de vigía y lindero entre las tierras que dividen la comprensión municipal de Tekantó, teniendo al norte al municipio de Suma y al sur a Bokobá.
Pertenece estas tierras de Sanlahtah a la conocida hasta mediados del siglo pasado, como la denominada zona henequenera de Yucatán, desde el siglo XX, todo su basto monte se había tornado en paisaje de planteles de henequén. En la actualidad la selva baja californiana ha recuperado paulatinamente estos terrenos, consecuencia del evidente tras el abandono de la industria henequenera a finales del siglo pasado.
EXTENCIÓN MUNICIPAL
El municipio de Tekantó ocupa una superficie de extensión territorial de 47.25 kilómetros cuadrados que representa el 0.10 por ciento del territorio estatal y el 0.002 por ciento del nacional.
Cuenta así mismo, actualmente, con antiguos cascos de haciendas henequeneras en su jurisdicción municipal, y se encuentran las siguientes localidades: X-lanté, Tixkochoh, San Diego, San Francisco Dzon y Sanlahtah.
ORIGEN DE SANLAHTAH
El nombre mismo del Sanlahtah habla de un origen maya. El Chilam Balam de Chumayel, obra testimonial escrita por los mayas ya colonizados, teniendo por objetivo el preservar los saberes de los mayores en diferentes ámbitos como la historia, la literatura religiosa, las profecías, entre otros temas, señala que: “Y aquellos pusieron nombre al país y a los pueblos, y pusieron nombre a los pozos en donde se establecían y pusieron nombre a las tierras altas que poblaron y pusieron nombre a los campos en que hacían sus moradas. Porque nunca nadie había llegado aquí, a la “perla de la garganta de la tierra”, cuando nosotros llegamos.”
Haciendo una lectura detenida de esta cita importante, es de señalar que esta obra de poner nombre a los pozos, campos y lugares donde se asentaban está haciendo referencia de la peregrinación de los itzaes por las tierras del Mayab, en un ordenamiento de la tierra, ósea iban poniendo una nueva organización política, militar y social. La “perla de la garganta de la tierra”, es el significado de la palabra Yukalpetén, que fue uno de los nombres antiguos de Yucatán.
La larga lista de nombres mayas de los pueblos, cenotes, montes y lugares señalados que contienen las páginas del Chilam Balam de Chumayel, dejan claro que los mayas iban poniendo un orden especial a cada punto de la geografía peninsular, una especia misma de dominio y domesticación. Por consiguiente, el nombre de Sanlahtah, tiene sus orígenes en esa época maya.
Es difícil interpretar con precisión debida a que hace referencia el nombre del lugar y su significado correcto, pero lo evidente es que el nombre de Sanlahtah, como en la actualidad se conoce se formó en el devenir del tiempo. Oficialmente se escribe de esta manera desde mediados del siglo XIX, pero anteriormente dista de nombre original por lo menos de cómo se escribía el nombre de este lugar en la documentación española.
Las investigaciones realizadas por el estudioso Philip Covington Thompson, señalan que aparece como “Tzanahtah para 1785, Tzanahtah para 1803, Sanlahtah en 1811, Sanlahtah para 1828 y Sanlahtah para 1862.”
Según las interpretaciones y traducciones mayisticas realizadas por el reconocido maestro Antonio de Medíz Bolio, en torno al significado de los pueblos y lugares cuyos nombres son mayas, debemos señalar que buscando el significado original de este nombre debemos tomar para esto la referencia más antigua del lugar que corresponde a Tzanahtah. De Tzan, sonido de cosa o barro; Nah, madre; Tah es la palabra que tiene por lo menos dos significados primero como nombre de una yerba que da miel, segundo como locativo. Quizá refiera el significado original algo así como “lugar donde suena la voz o donde gobierna la gran madre.” Las figuras femeninas de poder no son extrañas en el pensamiento maya precolombino.
Tzanahtah también puede interpretarse como “lugar donde suenan o se habla de las flores de miel”. El actual nombre de Sanlahtah, derivase de San por Tza de acontecer de señalar; nah de relleno o abundante; y por tah plantas. Pudiera ser traducido libremente como: “Como lugar donde abunda las yerbas de miel”. Es probable que, siendo las referencias dadas en los manuscritos coloniales, el nombre de este lugar hace referencia a la abundancia de estas plantas, que pudieron tener una función de ornato y medicinal.
Se probable que en el momento de la conquista española hubiera alguna familia viviendo en lugar, como tierras de cultivo sujetadas al cacicazgo de Ah Kin Chel. Pero con el plan de reducción a los pueblos encomiendas, se halla visto obligados los naturales a abandonar este punto para trasladar sus viviendas a la cabecera de doctrina que fue Tekantó. Este plan de reducción de los naturales que vivían en pequeños centros habitacionales a las cabeceras o visitas de doctrina establecidas por los franciscanos se debió a que se tenía por objetivo la de consolidar la administración pública con los pagos de tributos a las encomiendas y también para una mayor evangelización e impartición del catecismo, poner en matricula, y ejercer un mayor poder sobre los indígenas.
Para el año de 1785 el nombre Sanlahtah aparece unido a la de un santo católico, que corresponde al de San José, esto siguiendo la establecida tradición española desde la conquista la de unir el nombre autóctono a la de un santo especial.
En la segunda mitad del siglo XVIII la situación de la Iglesia de Yucatán se encontraba en una encrucijada estremecedora, dado que la corona española aliada en la dominación del Nuevo Mundo se enfrentaba a la sublevación de los indígenas encabezadas por el gran Jacinto Canek en el pueblo de Cisteil, quien en su sincretismo se había coronado con la corona de Nuestra Señora y la nombró su esposa, ante este sacrilegio el Obispado realizó varios actos de desagravio y por coincidir la victoria, de las armas hispanas sobre la sublevación, ocurrió el 26 de noviembre de 1764, día en que se celebraba la fiesta de los Desposorios de la Virgen, y en consecuencia se nombró a San José Patrono de la Provincia de Yucatán.
En conmemoración a esto se mandó pintar un cuadro titulado “Patrocinio de San José” se refleja su especial protección por esta tierra, bajo su manto se encuentran el entonces Obispo de Yucatán Fray Luis Piña y Mazo y José Merino y Ceballos quien era el gobernador español de ese tiempo.
Con esto el culto de San José comenzó a recibir un nuevo impulso por parte de las autoridades eclesiásticas, razón por la cual algunas estancias de ganado, parajes y ranchos tornaron en ponerse el nombre recién nombrado patrono de Yucatán a sus nombres, pero conservando su nombre original maya, quedando por ejemplo San José Eknakán, San José Pituch, San José Sanahtah.
FUNDACIÓN Y ORIGEN
La antigua hacienda llamada Sanlahtah tiene sus orígenes en un particular momento de la historia regional, que correspondió a la proliferación de estancias maicero ganaderas, en la amplia diáspora de los pueblos de indios y encomiendas, cercanas a la ciudad de Mérida, entonces capital de la provincia española de Yucatán. Marcaba los límites de esta región, el centro con Izamal hasta las costas de Dzilam y se extendía delimitado con las tierras de los antiguos señoríos mayas de Sotuta y Xiu.
Las primeras estancias fueron instaladas por los encomenderos, quienes tenían la merced real de cobrar el tributo de los pueblos de indios en Yucatán desde el siglo XVI, y que sería el grupo de mayor poder hasta finales del siglo XVIII. Estos encomenderos, desde temprana época, instalaron empresas con los ingresos de sus tributos y con las concesiones reales obtenidas, para poner crear estas pequeñas empresas en tierras de los pueblos de indios. Dichas estancias aparecen primero para el cultivo de tinte, el añil y la temprana cría de ganado.
El especial escrito del historiador Jorge Ignacio Rubio Mañé, es claro sobre estos puntos cuando asienta: “Que como esta provincia carecía de minas, y como la naturaleza la hizo toda un peñasco de piedra blanca marmoleña, sin ríos para opulentas labranzas, la falta de minería y agricultura quitó a Yucatán muchas ocasiones de tiranizar a los indios… aun cuando el derecho de las encomiendas estuvo, en su primitiva libertad, portándose los encomenderos como verdaderos señores y usando de jurisdicción en sus pueblos, aun entonces no se tocaron los inconvenientes que se sentían en las demás partes de estos vastos dominios. Así estuvieron a bien los señores Reyes dejar subsistentes las encomiendas en Yucatán, donde no era notable el abuso… porque el país es por su constitución política tan pobre que sólo con estos subsidios de la Real Munificencia pudieran mantenerse con decencia y amor este suelo.”
Ante la situación de falta de minas, los españoles que habían fijado residencia en las villas de Yucatán, poniendo como fuente de ingresos los tributos de mantas y granos de los pueblos de la provincia, pero ante los múltiples problemas de epidemias, sequias, y otros más, se vio agravada la situación de este importante grupo. Viniendo hacer una solución de ayuda la crianza de ganado, y fue entonces como comienzan aparecer en la geografía las primeras estancias, dedicadas a la crianza de este animal y a la producción de maíz para el sostenimiento de las cortas familias que iban a radicar en estos puntos.
En Yucatán, la búsqueda de fuentes de recursos se volvió más imperiosa cuando en la segunda mitad del siglo XVIII la población indígena disminuyó y, por ende, también los tributos de los pueblos, razón por la cual la actividad ganadera se fue perfilando como la opción económica más viable: la carne abastecía a las ciudades y el cuero y el sebo se exportaban.
Ya para finales del siglo XVIII, los documentos coloniales refieren ya una amplia lista de estancias que estaban ya funciones en los pueblos de indios especialmente en las regiones de La costa, los beneficios bajos y los alrededores de Mérida. Eran pequeñas tierras que fuera de las tierras de labranza y de pastoreo, tenían una pequeña bodega y la casa de las familias de los peones encargados, el número de los habitantes de estas estancias eran reducido, en ocasiones solamente se limita a una corta familia de los mayorales o vaqueros.
Las familias que residían en estas tierras eran provistas de tierra para el cultivo de la milpa, con la técnica ancestral de tumba, rosa y quema. En algunas estancias también se cultivaba la apicultura, y se trabajaba también con las crianzas de caballos y mulas, para la venta necesaria para las arriendas de carretas y vehículos transportadores de viajeros o mercancía producida en las comunidades rurales.
En área de alrededor del pueblo de Tekantó, uno de los pueblos de indios principales y con mayor densidad de población a mediados del siglo XVIII, comenzó en ese siglo a proliferar pequeñas estancias de ganado en sus terrenos, resultado del proceso que comenzaba a expandirse en toda la región. Las primeras estancias que proliferaron en los montes cercanos a la cabecera destacan las tierras de las cofradías como Samulá, Akabchén, Xlabón Subín, Chulul, Dzon, San Diego, San Francisco y en esa lista destaca la apareció en los documentos de la estancia de ganado llamada Sanlahtah, que es referido también como Tzanahtah, según la documentación más antigua referencial de este lugar.
En la documentación se refieren a estos lugares establecidos como estancias de ganado, algunas solamente como sitios porque eran pequeño ranchos sin moradores. Cuando en la segunda mitad del siglo XIX, el henequén había de darles prosperidad a estos, sus dueños viejos hacendados que fueron los pioneros le llamaban fincas de campo, pero la bonanza arrastrada por el oro verde no tardo en colocarles el título de haciendas henequeras.
Algunas de estas estancias tuvieron una pronta elevación de sus bienes porque fueron creadas por las mismas comunidades como haciendas pertenecientes a las cofradías de sus santos patronos o de mayor devoción, y otras fueron fundadas por criollos y españoles para incrementar sus capitales o bien para invertir en estos ante la demanda necesaria.
Una cedula del 31 de marzo de 1631 prohibía que los encomenderos, por sí o por personas interpuestas, que tuvieran estancias en los términos de los pueblos de su jurisdicción asignada. Escribe sobre esto la doctora Laura Machuca: “Legislación inútil, pues ellos se valieron de las tierras, mano de obra y capitales locales por medios legales -como mercedes, compras o composiciones e ilegales- utilizando prestanombres, usurpando, etc.” Estas pequeñas unidades de trabajo de campo, al verse conformadas reprodujeron por patrón al de una hacienda: de dueño, trabajadores y producción.
Concretamente en el partido de Tixkokob e Izamal, fueron el área que a mediados del siglo ya causaba el avance de las explotaciones ganaderas, presenta una interesante relación de los indios que estaban ausentes de sus comunidades y establecidos en diferentes estancias y sitios. No deja de ser sintomático que en el documento se registren un total de 56 estancias y 5 sitios, por cuanto ello evidencia la especial concentración de explotaciones pecuarias que se dio en este partido y explica el porqué esta superficie llegó a ser en el siglo XVIII, junto con el área situada al noreste, en torno a Motul, Temax y Dzidzantún, la segunda zona ganadera en importancia después de la ciudad de Mérida.
Para mediados del siglo XVIII, las estancias ganaderas comienzan a producir maíz, seguramente para satisfacer los requerimientos del personal de la finca o para el de los propietarios, pero su actividad primordial siguió siendo la ganadería, aunque desdés fechas tempranas la miel y la cera se agregaron como productos secundarios.
El doctor Othón Baños Ramírez escribe sobre este periodo: “Las estancias ganaderas requerían de poca inversión económica, tierras de regular cantidad y un mínimo de mano de obra, se convirtieron en la alternativa más viable para canalizar los excedentes que los encomenderos obtenían del tributo entregando por los indios. En el transcurso del siglo XVIII las estancias fueron creciendo en extensión y número, teniendo que situarse en regiones cada vez más apartadas de los centros de la población autorizados.”
La infraestructura de las estancias ganaderas era básica y rudimentaria, que se limitaba a los corrales donde comía el ganado, una casa de descanso del dueño también habitada por los vaqueros o mayorales. Una bodega para guardar la producción, casa de los peones y paulatinamente se irán agregando otras anexas necesarias como la capilla u oratorio principal, huertos, arcos y más corrales.
Esta situación tanto de infraestructura como reducido número de población será como permanezcan estas estancias hasta mediados del siglo XIX.
Un suceso sumamente importante en la historia local es la sublevación de los mayas yucatecos en 1848, en la llamada guerra de castas, que fue un factor que trastorno el orden social y político de la entidad. Los reclamos de los naturales del oriente se había vuelto gritos de guerras que arrasaba los pueblos y las villas, a punto de llegar muy cercano a los pueblos de Tekantó y Bokobá, quedando el primero en la gruesa línea sentida entre las fuerzas del gobierno yucateco y las bravas huestes de los mayas levantados en armas.
Tras el primer gran momento de la guerra de castas en 1851, el henequén fue valorado al extremo por los dueños de las antiguas estancias, que muchas de ellas ya desfavorecidas de sus ganados, comenzaron a sembrar henequén en sus campos. Ya que poco antes de la guerra la industria de la fabrica del hilo, sogas y costales se exportaban, pero la fibra era cultivada en los terrenos, solares de haciendas, estancias y de las mismas tierras de los mayas nativos.
“La imposibilidad -escribe Fernando Benítez- de que la industria se alimentara exclusivamente con las plantas cultivadas en los solares privados de los indios determinó que las antiguas haciendas maicero-ganaderas iniciaran su transformación… también el paisaje sufría una alteración radical. La selva chaparral del norte, con su escuálido ganado y sus ocasionales campos de maíz, retrocedía y era sustituida por los abiertos espacios sembrados de henequén. Yaxcopoil, una de las mayores fincas, al ser vendida en 1864 tenía, según el inventario llegado a nuestro conocimiento, 2 435 mecates plantados el año de 1851.”
Con esa nueva modalidad de cultivo se exparcio por la zona principal de las estancias maicero ganaderas donde se encuentra fijado la vieja Sanlahtah, siendo esta las que volvió su labor a la siembra de los hijos de henequén. Agregando a su labor la obra de cultivo de esta planta, pero conservando su ganado y demás actividades como la apicultura y maíz que en sus tierras se practicaban.
Fue en la segunda mitad del siglo XIX, cuando ya con bonanza dejada por la exportación del henequén, que pasó a manos de los hermanos Molina la hacienda Sanlahtah. Es probable que esta hacienda haya sido de las primeras adquiridas por los hermanos Trinidad y Olegario, porque a pesar de que luego cada uno de ellos tendrá de igual manera otras haciendas, esta tiene la peculiaridad en que ambos se dejan ver como dueños.
Es bajo el mando de los dueños los señores Molina Solís cuando Sanlahtah adquiere el rango de hacienda henequenera, y se vuelve en una empresa prospera y sobresaliente. Olegario llegó a hacer el hombre más poderoso de Yucatán ocupando el cargo público de gobernador del estado, siendo además uno de los ricos hacendados de la entidad. Por tal razón en el libro Yucatán Ilustrado, publicado en 1905, obra del extranjero John Reginald Southworth, señala a la hacienda Sanlahtah entre las haciendas de la región de Izamal, cuando asienta: “Se explotan 236 fincas de henequén, ganado, maíz y caña dulce, que se dividen en 62 parajes, 150 haciendas y 24 ranchos. Sus fincas principales son: Tecoh, Xitaba, Muña, Balantún , Acún, Coinché, Sacuité, Sacalá, San José Chiceh, Sanlahtah y San Francisco Som.”
Las ganancias dejadas por la comercialización de las fibras del henequén, comenzaron a cambiar la infraestructura de la hacienda Sanlahtah. Nuevas bodegas para el resguardo de las pacas de sosquil, se fraccionan terrenos para solares de los peones acasillados, calabozo, tienda de rayas, maquinas de rapa, espacios para el tendido y secado del sosquil, fue siempre un crecimiento acelerado el proceso de estas haciendas henequeneras.
La obra constructiva moderna de Olegario Molina Solís, siendo gobernador de Yucatán, fue grande como la riqueza del Estado. Se pavimentaron las calles de la ciudad capital, se levantaron los modernos hospitales, avenidas llenas de arboles frondosos, parques, una penitenciaria nueva, electrificación de las principales villas de la entidad, entre otras obras destacadas. Su visión moderna de obra nueva se extendió hasta su hacienda Sanlahtah. Así lo escribe Gustavo Molina Font, pariente por la rama Molina, en su obra La tragedia de Yucatán al asentar que la obra publica de escuelas y hospitales a el mismo Olegario “de su peculio particular, construyó las de varios pueblos cercanos a su hacienda Sanlahtah”, a la que impulso como parte de su empresa henequenera.
Los peones estaban bajo un duro sistema de endeudamiento, donde el valor de la moneda que se les pagaba solamente se hacía valido su calidad en la tienda de raya de la misma hacienda. Aun se conservan ejemplares de colección de la moneda de la hacienda Sanlahtah que contiene las letras T y O entrelazadas, que corresponden al nombre de sus prósperos dueños don Trinidad y don Olegario Molina Solís.
Desde los inicios en la época maicero-ganadera la mano de obra primordial era exclusivamente la maya, y de algunas otras socio-etnias infiltradas en los pueblos de indios, que también tuvieron presencia como son los descendientes africanos, mestizos, y viejos criollos venidos a menos económicamente. etc. Con el auge del henequén la necesidad de más mano de obra se hizo evidente, por lo cual el gobierno yucateco respondiendo a las solicitudes de los hacendados aprovecho la difícil situación que en aquellos años vivía el pueblo coreano para lograr el objetivo de traer esa mano de obra a la península. Gracias a un comerciante británico, y a la propaganda hecha de la riqueza que se les pagaría, llegaron a puerto Progreso, Yucatán un primer grupo de 400 coreanos, el 14 de marzo de 1905.
Otras llegadas de grupos coreados se había de dar para los siguientes años a la península yucateca para ser destinados al corte de henequén. Los coreanos llegaron engañados y se enfrentaron una difícil situación, que se vio agravado por la nostalgia de regreso a su tierra.
Una de las haciendas “beneficiadas” con la llegada de esta mano de obra extrajera fue precisamente Sanlahtah, perteneciente al mismo gobernador de Yucatán en 1905, que había monopolizado la venta general del Henequén.
En su estudio sobre la migración coreana… expone el caso de la hacienda: “En la hacienda Sanlahtah donde en 1910 había alrededor de 150 coreanos, hasta había una escuela de coreanos. Una mujer de apellido Poot caso a 4 de sus 5 hijas con coreanos de apellido Choi; sus descendientes siguen viviendo en ese pueblo.”
A pesar de la caída del poder político en la entidad de la familia Molina Solís, junto a la caída del ejecutivo con don Porfirio Díaz Mori en 1910, la dicha familia continúo cuidando y fomentando la hacienda de la Sanlahtah. Esto aprovechando el clima un poco seguro ya que la revolución era cosa más bien del centro del país.
En una de las fotografías recuperada en los archivos del estado se aprecia una construcción que bien pudo ser cuarto de maquinas y bodega integrada con el nombre de la hacienda y grabado en relieve el año de 1914.
En 1916 entra a Yucatán el ejercito pre-constitucionalista encabezado por el general Salvador Alvarado, quien cancela las cuentas de los trabajadores de las haciendas, otorga la libertad a los mayas, correarnos acasillos, yaquis y a todo ese mundo de trabajadores en estado de servidumbre perpetua.
Resultado de esos momentos agudos de revolución y asaltos a haciendas principales de la entidad y sentidos levantamientos de los indígenas yucatecos, propiciadas por el apoyo de las grandes figuras de lideres yucatecos como Felipe Carrillo Puerto, Delio Moreno Cantón y las ligas de resistencia.
Un expediente encontrado en el Archivo del Estado de Yucatán, contiene quejas en contra de los pobladores de Bokobá y Tekantó, este alegato también se extendía para los vecinos de la hacienda de Sanlahtah, levantada por apoderado de Olegario Molina Solís, ya que la hacienda seguía siendo suya, pero en asaltos desprevenidos se robaban grandes cantidades de cal acumulada en las bodegas. Desconocemos el enlace de este asunto, porque se turno a la autoridad judicial, desligándose la legislación de este punto que había sido elevada a ella. Es casi seguro que no se hizo nada a favor de don Olegario, ya que los indígenas estaban más favorecidos.
El henequén comienza a ser reglamentado por el estado mexicano desde el gobierno yucateco, posteriormente viene en la década de los años 20, llega la expropiación de las tierras de estas haciendas y comienza con el general Lázaro Cárdenas la repartición de los ejidos y montes.
El henequén, aunque caído en precios por los problemas internacionales a finales de los años 20, de nuevo se levanta firmemente con la segunda guerra mundial y su paz armada, que en su demanda de fibras necesarias empujo la producción yucateca.
Pero las haciendas henequeneras y su gran producción comenzarían paulatinamente en un descenso en caída libre, hasta mermar paulatinos la producción y abandonándose de población en las décadas de los 70 del siglo pasado.
En el caso particular de Sanlahtah no se realizó un abandono total, su población aun vive en sus viejos solares fijados, con la diferencia que las propiedades ya son ellos, y el casco de la hacienda y sus limitadas tierras también de particular.
Los censos de población realizados en las décadas del siglo pasado, evidencia el declive de la población como reflejo mismo del declive del mercado de henequén. Para el año de 1900 se registraron un total de 505 habitantes en Sanlahtah, y diez años después alcanza su máximo registro de población en su historia con 699 habitantes. Para 1921 había sido reducido en 271, y mediados del siglo se contaron 232, en 1980 bajaba a la cantidad de 118, mientras que, en los albores del siglo XX, era inferior al número cien. En 2005 el censo da por cifra de la población de 73 habitantes.
Es hasta finales del siglo XX, que los viejos cascos de las haciendas henequeneras de Yucatán comienzan a entrar en una nueva época económica, en la cual traerá una restauración de sus antiguas casonas y jardines, quedando ahora como lujosos restaurantes, hoteles, campos selectos, y todo ajustado a los más altos niveles de exigencia de profusión y confort.
DUEÑOS DE LA HEREDAD
OLEGARIO MOLINA SOLÍS
(1843 – 1925)
Fue un abogado, empresario y político mexicano, nacido en Bolonchenticul, hoy Bolonchén de Rejón, Campeche, cuando era parte de Yucatán y muerto exiliado en La Habana, Cuba. Fue dos veces gobernador de Yucatán. secretario de Fomento en el gobierno de Porfirio Díaz. También dos veces diputado federal.
TRINIDAD MOLINA SOLÍS
Acaudalado hacendado yucateco. Fundó, y dirigió, un colegio en Izamal, mención especial merecen los colegios sostenidos por su familia como la de su hermano Juan Francisco Molina Esquivel, Cecilia Solís de Molina y el Olegario Molina Solís, los tres sostenidos con los recursos de la familia Molina Figueroa, habiendo sido por muchos años director del último el poeta yucateco don Manuel Díaz Masa; el catolicismo explícito y militante es otro rasgo distintivo que ha derivado, en algunos casos, en el sacerdocio y la viga consagrada; fueron sacerdotes don José María y don Pastor Molina Solís, los sobrinos de éstos, don Carlos y don Audomaro Molina Castilla y don Emilio Suárez Molina.
LA MONEDA
Moneda de la hacienda Sanlahtah que contiene las letras T y O entrelazadas, que corresponden al nombre de sus prósperos dueños los hermanos don Trinidad y don Olegario Molina Solís.
Estas monedas solo tenían una validez económica en la misma hacienda y en la tienda de raya de la misma, era en practica real un vale de cambio de mercancía necesaria para la subsistencia de los peones acasillados.
CRONOLOGÍA HISTORICA DE LA
HACIENDA SANLAHTAH
XVIII – Se funda en el antiguo monte llamado Tzalahtah una estancia de maicero ganadera, con un reducido número de vecinos encargados de la producción.
1785 – Figura el nombre de esta estancia como: “San José de Tzanlantah”. El nombre de San José se agrega en consecuencia del florecimiento del culto a este santo, que en 1764 había sido declarado Patrono de Yucatán, por lograr aplacar la revuelta indígena encabezada por Jacinto Canek, unos años atrás.
1811 – Figura el nombre de la estancia con el nombre de Sanlahtah, como había de quedar establecido hasta el presente.
1830 – En el censo realizado no figura en la hacienda Sanlahtah personas radicando en ella.
1848 – Estalla la guerra de castas, que trastorna el orden social y político en Yucatán, resultado de la sublevación de los indígenas en contra de la privación de tierras y abusos en tributos y pagos.
1850 – Se comienza a extender el cultivo de henequén en las estancias maicero ganaderas, paulatinamente esto se ejecutará en la hacienda de Sanlahtah, pasando el cambio de transformación en la producción.
1900 – En el albor del siglo XX, ya Sanlahtah es propiedad de los hermanos Trinidad y Olegario Molina Solís. Comienza la carrera acelerada en el aumento de su población como mano de obra, y comienza la obra constructiva más relevante en la primera mitad de ese siglo.
1910 – Se registran que en la hacienda Sanlahtah había un total de 150 coreanos, que trabajaban en el corte de las hojas de henequén. Los coreanos llegaron a Yucatán en 1905, en medio una situación difícil. Siendo entonces gobernador de Yucatán el mismo dueño de esta hacienda se adjudica una buena cantidad de estos coreanos para la tan requerida mano de obra.
1914 – Es el año que se aprecia en una vieja fotografía de la hacienda, grabada en uno de los edificios principales, quizá en la casa de maquinas y bodega.
1916 – El gobernador Salvador Alvarado cancela la deuda de los peones y confisca las tierras de cultivo, los grandes campos henequeneros de las haciendas, para repartirlo a los campesinos.
1918 – Se roban las grandes cantidades de cal en la hacienda Sanlahtah, se eleva las quejas al congreso del estado por parte del dueño Olegario Molina Solís.
ANEXO FOTOGRAFICO
Fotografía – Hacienda Sanlahta -Fondo Archivo Fotografía Pedro Guerra
Clave o número del expediente 2A08_687. Universidad Autónoma de Yucatán.
Temporalidad de la técnica fotográfica entre 1910-1918
Edificio de la hacienda que contiene en relieve su nombre en letras mayúsculas. Por estas las vías de cargas con hojas de henequén, se entiende que pudo haber sido este edificio la llamada casa de máquinas, y gran espacio quizá también albergo la bodega de pacas de sosquil.
Detalle de uno de los edificios que lleva grabada el nombre de la hacienda Sanlahtah y debajo el nombre de 1914. En el remate de portal se aprecia un arpa con una palma y una pluma entrelazadas, alegoría a las bellas artes de la música, canto y escritura. Hombres cultos eran al fin y al cabo los hermanos Molina Solís.
Se retratan a los trabajadores peones de la hacienda, pantalón, camisas y sombreros forman parte del vestuario de trabajo.
Maquina desfibradora de henequén, hacienda Sanlahtah.
Generador de hacienda Sanlahtah.
Bodega de pacas henequén, hacienda Sanlahtah.
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18. Haciendas Henequeneras de Yucatán. Editorial Dante, Mérida, Yuc. Méx. Segunda edición 2006. Pág. 24-25.
19. Mi actuación revolucionaria en Yucatán. Salvador Alvarado. Biblioteca básica Yucatán. Gobierno del Estado de Yucatán, Mérida, Yuc. Méx. 2010. Pág. 97.
20. Archivo General del Estado de Yucatán. “Sobre que los vecinos de Tekantó y Bokobá de la finca Sanlahtah… sobre el robo de cal”. Fondo Congreso del Estado, caja 93, vol. 1. Expediente 17. 08 de mayo de 1918.
21. Benítez, Fernando. Kí: el drama de un pueblo y una planta. Primera edición de Lecturas Mexicana. México, 1985. Pág. 120-136.
22. Datos biográficos extraído del trabajo “Familias yucatecas de antaño”, del maestro Héctor Navarrete Muñoz, Cronista de la ciudad de Mérida, Yuc.